domingo, 26 de marzo de 2017

¿MI HIJO DEBERÍA FALTAR A LA IGLESIA PARA HACER DEPORTE?

Por: Bob Rusell

"Lo siento Pastor, pero no vamos a estar en los servicios de la iglesia las próximas semanas. Nuestro hijo está en un equipo viajando y tiene partidos programados los domingos. No nos gusta faltar a la iglesia tanto, pero realmente no podemos evitarlo. Me gustaría que no programaran juegos el domingo, pero así son las cosas".
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Predicadores de todo el país están escuchando esta justificación de los padres antes dedicados, quienes están desapareciendo de la iglesia porque sus hijos están en los equipos deportivos que compiten el domingo por la mañana. Estos equipos son generalmente reservados para los atletas más dotados y los padres racionalizan que, dado que su hijo o hija es un buen jugador, tienen que participar en los partidos del domingo si van a alcanzar su potencial. ¿Quién sabe? Una beca de la universidad o incluso una carrera profesional pueden estar en su futuro.

Ha habido un cambio radical en la actitud de nuestra cultura hacia el domingo en los últimos años. A principios del siglo 20 hubo "leyes conservadoras" que hicieron ilegal que los deportes profesionales se jugaran el domingo. Restaurantes, estaciones de servicio, centros comerciales estaban cerrados por respeto a un día de descanso y de culto. Pero a medida que nuestra sociedad se hizo cada vez más secular, hicimos una transición gradual desde "El día del Señor" al "Super Bowl el domingo." Ahora tenemos fútbol soccer, fútbol americano, baloncesto, béisbol, juegos de lacrosse programados, incluso, domingos por la mañana.

Dudo que vayamos a ser capaces de revertir esta tendencia, pero los seguidores de Cristo deben estar dispuestos a ser distintos del mundo. Romanos 12:2 nos desafía: "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta".

Con la llegada de los equipos que viajan, los padres cristianos tienen una oportunidad de oro para enseñar a sus hijos acerca de las prioridades. Mamá y papá, ¿Qué es más importante para usted realmente? ¿Anhela aumentar su ego presumiendo acerca del fabuloso atleta que es su hijo, o quiere que conozcan la voluntad de Dios para sus vidas? Cuando usted permite que su niño falte a la iglesia para jugar pelota, le está enseñando claramente que convertirse en un buen atleta es realmente importante, mientras que la adoración a Dios y convertirse en un devoto seguidor de Jesucristo es secundario.

[…] Mejor aún; dígale al entrenador que su hijo no va a participar en ningún juego los domingos ya que eso requiere que falte a los servicios de la iglesia. Eso puede resultaren en que su hijo sea sacado del equipo. Pero ¡Qué testimonio positivo sería! Si todos los padres que afirman ser cristianos tomaran esa posición, los partidos del domingo pronto serían reprogramados para otro día.

En 1965 Sandy Koufax se negó lanzar en el primer juego de la Serie Mundial de Béisbol por ser ese día YOM KIPPUR, una fiesta religiosa para los judíos. En lugar de Koufax, Don Drysdale lanzó para los Dodgers de Los Ángeles, permitiendo 7 carreras en 2 entradas y 2/3. Drysdale dijo a Walter Alston, su entrenador, cuando éste lo relevó del juego: “Apuesto a que ahora mismo usted desearía que yo fuese judío también”. Los Dodgers perdieron ese juego con los Minnesota Twins 8 carreras a 2.

En vez de lanzar ese día, Koufax asistió a la sinagoga en Minneapolis. Como as de los Dodgers, Koufax lanzó en el segundo juego, en el quinto y en el séptimo de esa Serie Mundial, lanzando los juegos quinto y séptimo completos. La decisión de Koufax y sus brillantes lanzamientos siguen siendo una fuente de orgullo para los judíos estadounidenses devotos, incluso aquellos que no son fanáticos del béisbol. Esta fue una valiente declaración acerca de sus valores.

Si sus hijos son deportistas destacados eso será evidente en el tiempo. Hay otras oportunidades en los que podrían desarrollar sus habilidades. Si no es así, tal vez Dios tiene algo mejor en mente que una beca para Reino Unido o en un puesto de titular con los Rojos de Cincinnati.

En los Juegos Olímpicos de París 1924 en París, Eric Liddell se negó a correr en las eliminatorias de sus favoritos 100 metros, ya que se llevaron a cabo en un domingo. El domingo era un día de adoración y descanso para Eric. Él no correría incluso si fuera la única esperanza de ganar una medalla de oro olímpica para su país. En cambio, compitió en los 400 metros celebrados en un día laboral, una carrera que ganó.

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La participación olímpica de Liddell y las convicciones bíblicas que influyeron en él, se representan en la película ganadora del Oscar 1981, Carros de fuego. Curiosamente, se fue a China en 1925 para servir como misionero y maestro. Las convicciones de sus padres, profundamente arraigadas en su alma, no impidieron que Eric Liddell se convierta en un gran atleta, pero ellos ayudaron su compromiso de por vida a Jesucristo.

Cuando tenía nueve años llegué a casa de la práctica de la liga de béisbol muy emocionado. "¡Mamá papá! ¡Nuestro equipo tiene que ir a ver jugar béisbol a los indios de Cleveland! ¡Tengo que ir a un juego de grandes ligas! ¡Es gratis! Todo lo que tengo que hacer es usar mi uniforme de beisbol y llevar almuerzo. Un autobús nos llevará a Cleveland ".

Mis padres se alegraron conmigo hasta que observaron más de cerca la fecha. "Lo sentimos", insistieron. "Eso es un domingo. Es el día en que vamos a la iglesia”. No importa cuánto protesté, supliqué, lloriqueé e hice pucheros, ellos se mantuvieron firmes en su decisión. De hecho, en nuestro camino a la iglesia ese domingo por la mañana nos dirigimos justo al lado del lugar donde el equipo y los entrenadores se subían al autobús. Mi padre sonó la bocina y saludó con la mano mientras conducía. Me deslicé en el asiento de atrás, un poco avergonzado de que mi familia fuera tan "religiosa" haciéndome diferente.

¡Obviamente esa decisión me afectó de por vida! Nunca olvidé esa lección. Mis padres me enseñaron que ir a la iglesia y honrar a Dios era más importante que cualquier juego de grandes ligas, no importa lo emocionante. Cuando fui a la universidad bíblica en Cincinnati unos años más tarde a prepararme para el ministerio, vi docenas de los juegos de béisbol de las grandes ligas, incluyendo una serie mundial o dos.

Un buen principio para los padres es: Mantener sus prioridades en el orden correcto y confiar en Dios por los resultados. En lugar de preocuparse por lo que va a pasar con su hijo si él / ella pierde un juego o no hace parte del equipo, crea en las palabras de Jesús, "... Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas".

Usado con permiso expreso de Bob Rusell
Articulo original: Should My Child Miss Church to Play Sports?

Traducido: M.L.

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