miércoles, 29 de marzo de 2017

EL PELIGRO DEL Relativismo INFILTRADO EN LA IGLESIA


Quizás hablar de corrientes de pensamiento no sea tarea fácil, pues suele ocurrir que, si hay algo que no discernimos con facilidad, es justamente lo que tenemos al frente de nuestro rostro. El pensamiento de una sociedad es el ambiente en el que nos movemos, es como el oxígeno o el clima, sabes que está allí, pero no siempre eres consciente de él. Hablamos de ideas, filosofías, maneras de ver la vida que fueron surgiendo de ideas y filosofías previas, que van dando un marco específico, que van amoldando el pensamiento y el sentir de una generación.


La Palabra de Dios en Rom.12:2, nos exhorta así: ‘No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta’.  Este texto debe entenderse como una exhortación a no dejarse amoldar al pensamiento de la época, a no dejarse llevar de forma consciente o implícita, ni tampoco ingenua o automática, por las filosofías que reinan en cada época, en su momento, lo que la Biblia llama en algunos contextos, el mundo o siglo. Este texto presupone que los cristianos estamos en la capacidad, por el Espíritu de Dios, de discernir el siglo en que vivimos y además que podemos ser capacitados para resistirlo y romper, al menos en nuestras vidas, el molde sugerido. Los creyentes debemos pisar esta tierra con conciencia, como el soldado que camina en terreno enemigo y no como el turista desprevenido en un sitio de recreo. Pero nadie escapa del peligro de ser afectado por el mundo y sus filosofías, por lo que haríamos bien en discernir estos tiempos a la luz de las sagradas Escrituras.


Una Forma de Relativismo

- ¿Qué es relativismo?
Con respecto al tema que estamos tratando, el relativismo es la negación de la existencia o pertinencia de valores absolutos, es decir, que no existen verdades o valores vinculantes para toda la humanidad ni pertinentes para toda época. Esto, por supuesto, contradice la idea de valores absolutos y objetivos que se mantienen independientemente de las personas o los conceptos que ellas puedan tener y que no están sujetos a asuntos circunstanciales. Por supuesto que el relativismo indica que los valores o las verdades son circunstanciales y dependientes. Así, lo que para una persona, grupo o época fue una verdad o correspondió a un valor moral, para otras personas puede llegar a ser diferente y hasta contrario. Así, no hay una verdad o un valor que pueda reclamar ser absoluto, sino que las cosas son verdad depende la persona, el grupo, la época o circunstancia, etc.

Si meditas bien, podrás ver que “el hombre es la medida de todas las cosas”, porque ¿Quién determina lo que es o no verdad, lo que es o no vinculante? El hombre mismo, su propio criterio, pensamiento o razón. Esto lleva, no solo a una desintegración y negación de la verdad, sino que pone los valores como relativos, dependientes del contexto, lo que ha desembocado en una ética situacional, es decir, una manera de proceder basada, no en valores, sino en la situación que se presente. La verdad no gobierna, las circunstancias cambiantes lo hacen, el pensamiento cambiante del hombre lo hace. Pero sin querer confundir, solo permítame decir un comentario al margen: que el relativista lo es hasta que afirma sus postulados como valores verdaderos. Es decir, ¿No se contradice el relativista al decir que no hay verdades absolutas, enseñándonos como verdad esa premisa? Estamos en el mundo de Dios y el relativismo consecuente no existe, no puede caber, cada intento por relativizar algo se convierte en una procura de dogmatizar algo.

- ¿Cómo se ha infiltrado en la iglesia?
Aunque todos los cristianos de forma general, decimos tener como fundamento la Palabra de Dios, en verdad lo que tenemos hoy es que las opiniones de la Palabra de Dios prevalecen por sobre la Palabra de Dios. “Yo creo que” ha venido a sustituir “La Palabra de Dios enseña que”. El relativismo en la iglesia propone que la opinión sobre algo prevalece sobre la doctrina sobre algo. Por supuesto que logramos discernir que existe una gran diferencia entre una doctrina y una opinión. Además, no en teoría, pero en la práctica, muchas iglesias siguen lo que cada situación les sugiere hacer, lo que su propia congregación los lleva a hacer, lo que su propia idiosincrasia les propone hacer. Muchas iglesias creen lo que su propio concepto de algo, los lleva a entender, lo que su propia cultura los lleva a dimensionar.

Los valores posmodernos en la iglesia han hecho que prevalezca y se vea mejor y, más aun, se perciba más cristiano y amoroso, poner las cosas en opiniones, puntos de vista, sin sugerir que alguien pueda tener la verdad sobre algo, mucho menos enseñar con dogmatismo un asunto. Esto se vería como pedantería evangélica o como orgullo denominacional. Cualquier sugerencia a tener la verdad sobre alguna doctrina revelada en la Palabra de Dios, y mucho más, cualquier intento de enseñarla o contrastarla con otras enseñanzas, es visto como un atentado a la paz entre el cuerpo de Cristo.

La trampa del relativismo en las iglesias se ha escondido bajo la frase: “Nadie tiene la verdad absoluta”. Y aquí debemos hacer una distinción pertinente. No hablamos de la verdad en el sentido más amplio de su significado, hablamos de la verdad que nos ha sido revelada, de la Palabra de Dios. Y en esto sí debemos preguntarnos ¿Hay verdades absolutas? O ¿Todo es relativo o circunstancial? ¿Existen en la Palabra de Dios valores absolutos? ¿Existen asuntos que estén bien hechos o mal hechos o existen igualmente varias maneras validas de hacer algo? ¿Quiénes determinan la verdad de algo? ¿Las iglesias, los líderes, la Palabra de Dios? No podemos esquivar el tema tan fácilmente encogiéndonos de hombros y afirmando que la Palabra de Dios no ofrece absolutos. ¿Existe una norma absoluta de lo que es verdadera adoración? ¿Es o no suficiente la Palabra de Dios? ¿Dios es o no soberano? ¿Lo que la Biblia dice que es pecado, lo es siempre?

- ¿A qué nos puede conducir?
Dicha negación en la práctica y cada vez más en teoría, lleva a la iglesia a lo que llamaremos: Agnosticismo Bíblico. El agnosticismo afirma que, si la verdad existe, no la podemos conocer, que, si tal o cual cosa es verdad, quién sabe (Martson).  A lo mucho podemos solo tener opiniones de ella. ¡Qué contradictorio para el evangelio y para la Palabra de Dios, la cual es llamada la Verdad! (Jn.17:17). ¡Qué diferente suena al tono de la Palabra de Dios que reclama ser verdad para todos los hombres, que señala un solo camino de salvación, un solo fundamento de santificación, unas normas que no dependen de los hombres ni de su entendimiento ni de su cultura! La iglesia que alaba y admira a los padres de la iglesia que dieron su vida por sostener verdades absolutas, a los mártires de la reforma, es la misma que dice que no podemos llegar a un conocimiento certero en nuestras doctrinas, que solo en el cielo podremos saberlo, calificando la verdad en niveles de vinculación, es decir, tal cosa es vinculante, tal otra menos vinculante. En eso debes creer a pie junto, en esto, cualquier cosa que creas, está bien. Si solo podemos tener opiniones de la verdad y todas ellas respetables, nadie puede tener el conocimiento de la verdad.


Si bien no podremos llegar a todas las implicaciones, sí podemos llegar al conocimiento de la verdad o de lo contrario ciertos textos bíblicos serían una burla o una vil mentira. ‘y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres’ (Jn.8:32), ¡Oh, vamos! ¿Cuál verdad? “Solo podemos llegar a opiniones, puntos de vista y las demás cosas las entenderemos en el cielo”. ‘me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos’ (Jud.1:3b) ¿Qué fe? “Solo podemos llegar a aproximarnos”. ¿Contender por la fe, por cosas de segundo y tercer nivel? ¿No es eso muy flato de amor y divisivo? ‘Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema’ (Gal.1:8) ¿Cómo distinguir ese otro evangelio o reconocerlo si ni siquiera tenemos la certeza de tener uno verdadero, si solo podemos tener opiniones más o menos cercanas? Al menos en 4 textos (1 Tim.2:4; 2 Tim.3:7; Tito 1:11; Hb.10:26), en nuestro español, tenemos la frase ‘conocimiento de la verdad’ como algo a lo cual se puede llegar y se sanciona el no hacerlo como en 2 Tim.3:7 hablando de las mujercillas cargadas de pecados por sus pasiones: ‘Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad’.

Continuará...

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