Por Jorge E. Castañeda D.
Deseo que pongamos nuestra atención en el hombre interior. Deseo ser de ayuda y no juez. Pero aprovecho que si usted es cristiano, halle en la Palabra de Dios, no solo el camino a seguir, lo cual sabemos, sino la fuerza del Espíritu a través de estas advertencias, para vivir una vida agradable a Dios y verdaderamente santa, en medio de la generación que nos tocó vivir. Mire aquí la primera parte: La Pornografía, un costoso placer para el Alma.
Considere pues hermano que de no tomar armas reales y prácticas contra la pornografía, el costo es demasiado alto.
1. La Pornografía estimula las pasiones lujuriosas.
Empecemos con lo más obvio. Al venir a
Cristo la gracia de Dios ha destronado las pasiones de la carne como el
principio rector. Sin embargo, reconocemos que residuos de pecado sobreviven
como pequeñas guerrillas en nuestro interior. A esto se le llama: Pecado
remanente, para diferenciarlo del pecado reinante que es el caso del no
creyente. Debido a que el pecado remanente siempre va a intentar ganar de nuevo
su posición de rey, por violentos ataques, va a hacer que tratar con él sea
quizás una, si no la más grande ocupación en la vida del cristiano.
De nuestro Señor aprendemos que debemos
dejar morir de hambre a este pecado remanente (Gal.5:16). Que no le debemos dar
gusto (Rom.13:14). Que debemos renunciar a él (Tito 2:12), que debemos huir de
sus sugerencias (2 Tim.2:22), que en definitiva debemos morir a él (Rom.6:11) y
hacerlo morir (Rom.8:13). Usted y yo sabemos que solo una borona de pecado, lo
robustece cual si hubiese comido un gran banquete, cuanto más grandes banquetes
de pecado lo robustecerán. Nosotros mismos sembramos nuestro mal, al ser tan
misericordiosos con el pecado remanente y proveerle una miradita aquí, prestar
oído allá, mantener nuestra atención en esto y lo otro. El cristiano no debería
ser para nada ingenuo o misericordioso con el pecado cualquiera que sea, porque
alimenta su propio fracaso.
En el caso de la pornografía, el
cristiano debe saber que los pasos a la pornografía se empezaron a dar antes de
su exposición a ella. Algunas concesiones debieron hacerse, para que al final,
el pecado robustecido por las boronas que se le proveyeron, tome fuerza y se
convierta en una pasión lujuriosa muy fuerte. Más cuando estas pasiones
lujuriosas son avivadas por más lujuria. Así que tú mismo puedes colocarte en
una tormenta que tú mismo creaste, la alimentaste, fuiste proveedor de ella y
ahora ella te enseñó qué puede hacer si toma aliento.
Si tu no provees para la lujuria por la
gracia de Dios y los medios de gracia, desde ‘la mañana’, y mantienes ese espíritu
vigilante y activo ‘en la tarde’, para
mortificar cada estimulo o placer que aun los pensamientos puedan proveer, si
desestimulas, desanima, no provees, tratas el pecado remanente con desprecio
dejándolo morir de hambre ‘en la noche’, verás que tu lucha contra el pecado,
será más efectiva.
2. La Pornografía acrecienta la
irresponsabilidad masculina.
Seamos sinceros hermanos varones,
nuestra tendencia pecaminosa es a abstraernos de nuestro rol y
responsabilidades. Sabiendo que el pecado ha hecho tal estrago en nosotros,
tenemos que luchar por ser responsables como hombres. Huimos de los
compromisos, de la disciplina, de los horarios, de dirigir y pastorear nuestras
vidas y familias, de involucrarnos en la iglesia y más. Justamente todo lo
contrario al rol de dirección, guía, liderazgo y responsabilidad que Dios nos dio
como varones. Y mucho más, si, en el caso de los casados, su esposa les hace la
tarea, el hombre se verá tentado a seguirle delegando sus propios asuntos a su
esposa.
De la Biblia en el Antiguo Testamento se
veía que si tenías sexo con una mujer, tú debías ser responsable económica y maritalmente
por ella (Dt.22:28-29). No era cuestión de una sensación pasajera, sino que si
la tomabas, te responsabilizabas de ella y no podías abandonarla simplemente
porque no te gustó o porque ya tomaste lo que quisiste. Es mentalidad de irresponsabilidad
la vemos regulada en Ex.21:10; y la vemos ejemplificada en la vida de Amnón
cuando forzó a Tamar (2 Sam.13:14-19). Su hermano solo quería su cuerpo para
luego no asumir su responsabilidad y despedirla humillada.
¿Qué hace la pornografía? Estimula
nuestra irresponsabilidad masculina. Tú deseas el placer momentáneo con una mujer
pero nunca la responsabilidad que te hubiese tocado asumir. Así es el juego, tú
te diviertes con los cuerpos sin ningún compromiso. Esas son las reglas de la
pornografía, mira, diviértete y sal cuando quieras. Así, tu carácter se va
amoldando a la irresponsabilidad. Ya es suficiente con ser un hombre con
tendencias a la irresponsabilidad por naturaleza, para ahora verte amoldado por
la pornografía a serlo más. Deseas tu placer pero no responsabilidad. Eso no
hace bien a tu carácter varonil. Te
amolda a la irresponsabilidad y si te amolda a ella, entonces empezarás a ser
irresponsable en otras cosas, porque la irresponsabilidad avivada no solo quedó
en tu área sexual sino en tu carácter. Y cuando enfrentes las responsabilidades
de tu rol, te verás mermado, débil, e irresponsable, porque solamente estas
expresando lo que eres en tu carácter.
3. La Pornografía aumenta la
malicia en detrimento de la madurez.
Sed niños en la malicia, pero
maduros en vuestra forma de pensar (1 Cor.14:20). La pornografía entre
otras cosas, es un juego malicioso. Ver pornografía es algo que no se hace frente
a la esposa o hijos, o padres. Allí malicia involucrada. Así que lejos de
aunarnos al plan de Dios para los creyentes de ser cada vez menos maliciosos y
más maduros, la pornografía te hace más malicioso y menos maduro. Y aunque el
contexto de Corintios tiene que ver con una regulación eclesiástica, la madurez
allí mencionada implica un entendimiento cada vez más preciso de la voluntad
del Señor.
Seguramente para ningún creyente, es
fácil andar en los asuntos más prácticos de la vida, afirmándose y practicando
la voluntad de Dios. Pues esto requiere de madurez, de asentar en el corazón
los principios divinos y la sabiduría que viene de Dios para aplicarla a cada
caso especifico. Pero la inmadurez es un estado de ingenuidad, desconocimiento,
de tropiezo. Ahora bien, si tú creces en malicia te alejas de la madurez, del
mismo medio que te va a sacar cada vez más efectivamente del pecado. Y lo que
es más grave, vas a ‘madurar’ en malicia. Ella es susceptible a crecimiento
también y cada vez vas a experimentar una nube más espesa que cubre tu
habilidad para vivir glorificando a Dios.
Lo que hace la pornografía es nublar tu
entendimiento, no solo en el área sexual, sino a todo nivel. Por ello, no
solamente vas a empezar a racionalizar o justificar ciertas prácticas, no ver
la gravedad de ciertos estímulos previos, sino que cada vez más te va a quedar
difícil enfrentar la vida cristiana porque hay menos luz. Me dirás ¿Qué tiene que ver la pornografía con mi próxima
decisión a tomar en el área laboral? Te respondo que mucho, pues al crecer en
malicia y decrecer en madurez, tus elementos de elección se verán modificados
hacia lo terreno y no hacia el provecho de tu alma. Habrás decidido hacer algo
que gratifica tu carne y no tuviste en cuenta tu alma, y este fue producto de
ser más malicioso y no maduro.
4. La Pornografía agranda la
discordancia en pareja.
De hecho ser una sola carne en pareja no
viene como algo automático cuando el
pastor los declara marido y mujer. Ser una sola carne implica el trabajo al que
se ocupa una pareja. Trabajo que cuesta porque es un trabajo de negación propia
y amor, el cual no busca lo suyo. Así que el casado que diga que no le ha
tocado trabajar para lograr ser coordinado con su pareja en todo aspecto,
seguro es o un dictador o una momia. Pero no es nuestro punto ahora. El punto
es que la pornografía hace que empalmar este aspecto sea algo verdaderamente
difícil y cada vez más lejos.
Ninguna mujer cristiana avalaría como de
su agrado ni le daría credibilidad a todo lo que una mujer de la industria pornográfica
‘disfruta’. Ese mundo es engañoso, irreal, las cosas no son así, es una trampa
lucrativa para los hombres, pero eso se aleja de lo que realmente es y espera
una mujer real y más, una mujer cristiana. El hombre expuesto a la pornografía,
puede empezar a tener una expectativa muy distinta de la de su esposa en este
aspecto. De hecho, lo normal es que exista diferencias naturales del porqué el
hombre y la mujer se acercan a la intimidad, mucho más si es mayormente
estimulada gracias a la pornografía. El sexo de la pornografía no requiere de
amor, consideración, ternura, trato, comunión y no tiene en cuenta a la otra
persona como persona. Se le ve en función de y no como un ser que aparte de
cuerpo tiene alma, sentimientos, pensamientos y expectativas.
Mientras que en pareja el acercamiento
es de amor y expresión de intimidad que refleja la situación del alma, la
pornografía es solo cuerpo. Sin duda que el valor que tiene el marido con
respecto a su esposa, se vendrá abajo de una forma creciente, porque él espera
que su esposa no tenga lo que una persona real tiene y más bien le de lo que él
espera. Y ¿de dónde le surgieron esas expectativas? ¿De considerar a su esposa
como mujer, como persona y como hija de Dios? No, de mirar la pornografía y
comparar con su esposa. Esto sin suda, empezará a alejar la pareja en detrimento
de la ya difícil tarea de ser una sola carne.
5. La Pornografía incita a una
vida sensual y materialista.
La pornografía es una industria visual.
De eso se trata. Sabemos por las Escrituras que nuestros ojos son medios por los
que el corazón se inflama y la carnalidad se robustece (Mt.6:23). No es el
único medio pero es tal vez, el más efectivo. La mujer vio y codició (Gn.3:6),
Lot vio y llegó a Sodoma (Gn.13:10 y 12), los deseo de los ojos son de esas
cosas que no vienen de Dios (1 Jn.2:16). Estas y otras más que seguro usted
conoce, son alusiones que nos recuerdan que los ojos nos conectan de una forma
particular con las cosas de este mundo. De hecho, cuando hablo de los ojos,
hablo de la acción compleja de lo que comporta mirar u observar algo, es decir,
no solo es poner los ojos sobre algo, sino el impacto y la interpretación que
nuestra alma le da a lo que ve, lo que estimula lo profundo de ser.
Si con algo luchamos los creyentes es a
no andar por vista (2 Cor.5:7), a manejarnos por los principios bíblicos y no
por lo que vemos. Los ojos a veces pueden más que los principios de corazón. Ahora,
calificar los aspectos de la vida común bajo el principio de la vista, es una forma
de cambiar la verdad de Dios por la mentira. Nuestros ojos nos dan una información,
pero no es infalible y en la mayoría de los casos no es una información
fidedigna. Usted puede ver un insensato en vestidos lujosos y tiene que luchar
para no pensar que la insensatez es mejor que la sabiduría. Sus ojos le dieron
una información, pero no es correcta.
Solo Dios en su Palabra nos dice cómo
son las cosas en realidad quitándoles la apariencia y mostrándolas tal cual
son. La pornografía estimula el que usemos los ojos como parámetro infalible de
captar e interpretar la realidad. Usted da crédito a la pornografía y se
estimula porque intuye que eso es cierto y que todo lo que muestran es real. Mientras
que Dios afirma que usted está adulterando en su alma (Mt.5:28), que las
relaciones intimas deben darse en el contexto matrimonial (Hb.13:4) y que son
intimas, usted solo afirma lo que está delante de sus ojos. Y como lo hemos dicho
antes, debe saber que esto no solo afecta su vida sexual, sino que lo acostumbra
a calificarlo todo por la vista.
6. La Pornografía hará que te cueste
pensar bien de todas las mujeres.
Como hombres debemos lidiar con que las
mujeres comunes y corrientes, no nos ponen la tarea muy fácil cuando escogen
sus atuendos. Tal vez sea por comodidad u orgullo propio, sensualidad, rebeldía
o ignorancia, muchas de ellas visten de una forma que provoca sexualmente al
hombre. También es bien lamentable que los hombres cristianos debamos lidiar
con esto en la comunidad de los santos, en la misma iglesia. Muchos hombres
quieren encontrar en la iglesia un refugio para sus ojos y poder ver a las
mujeres de verdad y en su piedad creciente para encontrar con desacierto que
ellas son fuente de estimulo sexual también.
No justifico que un hombre se encoja de
hombros y renuncie a su lucha solo porque esto es verdad. Es difícil, ellas
darán cuenta a Dios por hacer tropezar a muchos, pero no es mi punto hablar de
ellas. El punto es que ellas, den pie para hacerlo o no, el corazón de un
hombre que mira pornografía se verá tan contraminado, que no pasará mucho
tiempo para que empiece a ver a cada mujer como una de las mujeres de la
industria pornográfica. El Señor nos ordena a ver a las mujeres o como madres,
hermanas (1 Tim.5:2). Y aquí tenemos un hombre que las ve como mujeres
deseables. Ellas le son tentación porque ya no las puede ver como Dios las ha
hecho y como debe tratarlas. Se sentirá incómodo e intimidado si ellas dejan
ver en su carácter algo parecido a lo que vio la semana pasada. No tendrá
consideración de las muchas cosas que pudieron hacer que la hermana se
expresara o hiciera tal o cual cosa, sino que habrá un pensamiento malo hacia
ella.
A esta persona le costará pensar bien de
sus hermanas, de su pureza, de sus buenas intenciones. Pensará mal también de
sus hermanos porque en su mente y producto de su pecado razona del lado de la
inmoralidad. Así, le habrá asestado un duro golpe a la comunión de los santos
en su corazón porque el bendito medio de nuestra edificación se va a ver
salpicado por la malicia de la mente y los malos pensamientos contra los demás.
Solo deseo que pienses querido creyente,
que arriesgas demasiado por unos pocos minutos de placer pecaminoso. Considera
tu camino y pregúntate a dónde llegaras si sigues estimulando tus pasiones
lujuriosas, acrecentando tu irresponsabilidad masculina, aumentando la malicia
en detrimento de tu madurez; agrandando la discordancia con tu pareja si la
tienes y exponiéndola a una ruptura futura, estimulado a vivir una vida sensual
y materialista y luchando por no pensar mal de las mujeres.
Pero estoy seguro que un verdadero
creyente encontrará en la consideración juiciosa del sacrificio de Cristo, la
fuente para el perdón de sus pecados y el estimulo mayor que desplace al de su
pasión desordenada. Saber y entender que el Dios que adoramos es llamado: Un
Dios puro de ojos como para ver el mal (Habc.1:13), que nuestro Señor se
relacionó con las peores mujeres y nunca pecó (Mt.9:10), que prometió redimirnos
de nuestras pasiones por gracia (Tito 2:14), escribir su ley en la mente y el
corazón (Hb.10:16), son estímulos que llegan al alma y que con la ayuda del Espíritu
Santo, pueden sustituir la búsqueda de placer en los brazos del pecado.
Definitivamente hemos de buscar fervientemente su presencia porque es allí
donde hay plenitud de gozo y delicias para siempre (Sal.16:11).
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